Relájate en las famosas termas termales al aire libre junto al río Miño. Algunas son gratuitas, otras de pago, pero todas ofrecen una experiencia única de bienestar rodeada de naturaleza.
Piérdete por sus callejuelas empedradas, visita la catedral y su Pórtico del Paraíso, y tómate algo en la Praza do Ferro o Praza Maior, auténticos corazones de la ciudad.
El puente de piedra sobre el Miño es un símbolo de la ciudad. Cerca, no dejes de visitar As Burgas, fuentes termales que brotan a más de 60 ºC en pleno centro.
4. Ruta del vino Ribeiro
A pocos kilómetros, puedes visitar pequeñas bodegas familiares en las laderas del Miño. Prueba el vino Ribeiro auténtico acompañado de empanada o pulpo.
Un paraíso natural que forma parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre. Su playa de Rodas fue considerada la más bonita del mundo. Requiere reserva previa en temporada alta.
El barrio viejo de Vigo se ha transformado en una zona con carácter, galerías de arte, tiendas independientes y bares. Prueba ostras frescas en la calle y visita la zona portuaria.
La playa más icónica de Vigo, ideal para pasear, tomar el sol o disfrutar de los bares frente al mar. También cuenta con zonas verdes y piscinas públicas.
Sube al monte urbano de Vigo para obtener las mejores vistas de la ría, explorar restos arqueológicos y ver antiguos cañones defensivos. Un paseo que merece la pena.
Evita las rutas demasiado turísticas. Habla con los locales, pide un vino blanco en una taberna sin nombre y entra donde haya ruido de gente del lugar. Ahí empieza el viaje real.